“Libertad: Falta de sujeción y subordinación” ~ Definición de la Real Academia Española

El software libre es aquel que respeta nuestra libertad como usuari@s otorgándonos cuatro libertades sobre el programa: Usar el programa para cualquier propósito, estudiar el código fuente del programa y cambiarlo como queramos, distribuir copias exactas del programa y distribuir versiones cambiadas del programa. Estas libertades permiten a l@s usuari@s controlar sus actividades informáticas mediante lo que hacen sus computadores, y fomentan la cooperación y la ayuda a la comunidad.
Un programa que no viene con alguna de las cuatro libertades mencionadas se llama privativo, porque priva de la libertad a sus usuari@s, respecto de ese programa. El software privativo impide formas importantes de cooperación y de empoderamiento, además de obstaculizar el desarrollo de nuevas tecnologías. Por eso, mucha gente lo considera anti-ético. Sin embargo, puede ser difícil de entender cómo el software privativo afecta negativamente a nuestras vidas, sobretodo si no sabemos ni nos interesa aprender a manipular código. En este artículo ahondaremos en los principales perjuicios a la sociedad provocados por distribuir software sin las cuatro libertades, y determinaremos si deberíamos rechazar el uso de programas que no son libres.
El perjuicio del privativo
Muchas veces, aunque no siempre, podemos elegir si aceptar el uso de un programa privativo, pero si aceptáramos estaríamos cediendo parte del control de nuestras actividades informáticas. No podríamos saber exactamente qué hace nuestro computador (ni consultar con otras personas ajenas al desarrollador sobre su funcionamiento, porque no tendrían acceso al código fuente), ni usarlo para lo que queramos. Si algo no nos gusta del programa no podríamos cambiarlo ni acudir a otras personas para que lo hagan por nosotros. El único control que podemos tener sobre un programa privativo es decidir si usarlo o no, pero hay veces en las que estamos obligad@s a usar software privativo para poder comunicarnos con alguien (ejemplo: Whatsapp), por el trabajo o la escuela, en esas ocasiones nos sentimos presionad@s a usar software privativo, por lo que no es fácil decir que no.
No obstante, aunque en teoría no tengamos estas libertades, es posible pensar que su ausencia no afecta al usuario promedio porque supuestamente lo único que le interesa es que el programa funcione para lo que él quiere y aunque hayan cosas que le disgustan del programa, es probable que el desarrollador las arregle o bien el usuario no quiera molestarse en hacer los cambios correspondientes. A continuación responderemos a algunas objeciones posibles a la idea de que el software privativo afecta a l@s usuari@s de computadores, es decir, a tod@s nosotr@s, para luego responder a la interrogante: ¿Deberíamos rechazar el uso de software privativo, por nuestra libertad? Examinaremos el impacto de cada una de las libertades del software libre, y la ausencia de éstas, y luego revisaremos algunas consecuencias de la aceptación y rechazo del software privativo, para finalmente obtener una conclusión.
Libertad 0
En primer lugar, es importante poder usar nuestras herramientas informáticas según nuestros propósitos. Sin la libertad 0, parte de nuestros programas que ocupamos sólo pueden ser usados para los fines estipulados por el desarrollador (como el frecuente caso de las licencias de software para uso no comercial, al comprar objetos materiales esta restricción no suele existir), y sólo mientras éste nos permita usar el programa. Por ejemplo, hay licencias de software que expiran a voluntad del desarrollador, o por órdenes de gobiernos extranjeros. El que nuestras herramientas informáticas tengan restricciones de uso es como que los autos vengan con una prohibición de usarlos en ciertas ciudades, tijeras que por una licencia de uso no puedan ser usadas para hacer manualidades, o salsa que por decisión de l@s productores no pueda ser usada en determinadas comidas porque eso afectaría a sus intereses.
Por otra parte, si con el fin de que todos nuestros programas instalados tengan la libertad 0 rechazamos los que no nos den dicha libertad, puede ser que tampoco podamos usar nuestro computador para algo que esté prohibido por la licencia de los programas a rechazar, y además nos perdamos de las características útiles de tales programas. Por tanto, aunque en proporción perdamos soberanía sobre nuestra informática al instalar software privativo, en cantidad podríamos hacer más. Esto sólo sería cierto si es que no existiesen programas libres que tengan las mismas funcionalidades esenciales del programa privativo, pero actualmente existe mucho software libre y existen reemplazos libres para los principales programas privativos existentes. En AlternativeTo se pueden encontrar varias opciones libres bajo la etiqueta open source.
Otra posible objeción a la idea de la necesidad de la libertad 0 es que si queremos hacer X actividad prohibida por la licencia del programa simplemente podemos instalar otro programa que sí lo permita. Pero cambiarse de programa no siempre es fácil. A veces habrá que pagar por otra licencia de uso o aprender a usar otra herramienta desde 0. Por ejemplo, una crítica común a GIMP es que su interfaz es muy distinta a la de Photoshop y tiene un soporte mediocre para los archivos PSD que son nativos de Photoshop. También esa posible que nos volvamos dependientes de un programa que no podremos reemplazar en caso de que lo necesitemos. Si valoramos nuestra libertad, escogeremos siempre el software libre.
Libertad 1
Sumado a lo anterior, el código fuente del software privativo no suele estar disponible, por lo que no se puede aprender de él ni cambiarlo para que nuestro programa haga lo que queramos. Necesitamos poder averiguar cómo funcionan los programas que ocupamos para tener el control efectivo sobre ellos. Esto podría parecer irrelevante para la gente que no sabe programar, pero el problema se puede ilustrar mejor con una analogía.
Cuando compramos alimentos, éstos suelen venir con la lista de ingredientes que fueron usados en su preparación. Esto nos permite saber qué vamos a introducir en nuestro cuerpo, si tiene los nutrientes que necesitamos, si tiene ingredientes malos por nuestra salud, entre otras cosas. Si no sabemos sobre nutrición, podemos investigar en internet (desde fuentes confiables) sobre el tema, o acudir a otras personas ajenas al fabricante para que nos asesoren. Por ejemplo, mucha gente tiene contra-indicaciones médicas que no les permiten ingerir determinados componentes, puede que queramos reducir nuestro consumo de azúcar (es mi caso), o podemos estar siguiendo una dieta estricta.
Volviendo al software, el código fuente de un programa es como una receta que le dice a nuestro computador las instrucciones que debe seguir para ejecutar el programa. Tener el código fuente nos permite acudir a otras personas para saber qué es lo que realmente hace el programa, aunque no sepamos programar. Esto es especialmente importante para encontrar vulnerabilidades de seguridad en nuestro computador, y también para detectar malware introducido a propósito por el desarrollador para dañar al usuario con el fin de seguir sus propios intereses.
Una objeción posible es que por nosotr@s mism@s no podemos auditar todos los programas que ocupamos por lo que dependemos de otr@s informátic@s para poder saber sobre errores y malware, por lo que al depender de alguien más no seríamos libres realmente. Con el software privativo la situación es peor, porque es necesario confiar en el desarrollador pues es el único que tiene el código fuente, y él podría mentir. Por ejemplo, Zoom le mintió a sus usuari@s con que el programa ofrecía cifrado de extremo a extremo. Según la Federal Trade Commission, Zoom ofrecía cifrado P2P de 256 bits cuando en realidad la seguridad del programa era muy inferior (el cifrado usado era de 128 bits) y las claves privadas que sirven para ver el contenido de las comunicaciones se guardaban en los servidores de Zoom, por lo que la empresa podía espiar las conversaciones de l@s usuari@s. Eso no es cifrado de extremo a extremo real.
Sabemos que Zoom mintió en algunas de sus afirmaciones porque el CPO de Zoom reconoció que el programa era incapaz de hacer cifrado de extremo a extremo (traducción mía desde la versión original en inglés sacada del reclamo de la FTC):
“A la luz del reciente interés en nuestras prácticas de cifrado, queremos empezar disculpándonos por la confusión que hemos causado sugiriendo incorrectamente que las reuniones vía Zoom eran capaces de usar cifrado de extremo a extremo. Zoom siempre ha tratado de usar cifrado para proteger el contenido en la mayor cantidad de escenarios posible, y en ese espíritu, usamos el término 'cifrado de extremo a extremo'. Mientras que nunca intentamos engañar a nuestr@s clientes, reconocemos que hay una discrepancia entre la definición aceptada de 'cifrado de extremo a extremo' y cómo lo estábamos utilizando. Este blog busca rectificar esa discrepancia y clarificar exactamente cómo ciframos el contenido que se mueve a través de nuestra red“
Desde hace años (al menos desde el 2016) que Zoom promete cifrado de extremo a extremo, pero recién se implementa una versión preliminar de éste a fines del 2020. En el artículo al que se acaba de enlazar admite que antes, las claves privadas pasaban por los servidores de la empresa.
Lamentablemente no podemos asegurarnos de que tod@s l@s desarrolladores de software privativo reconozcan sus mentiras o equivocaciones. Si alguien miente diciendo que encontró malware en un programa libre, o que el programa implementa seguridad que en realidad no tiene, el resto de la comunidad de usuari@s podría desmentirl@. Con el software libre es mucho más fácil encontrar vulnerabilidades de seguridad, lo que los hace más seguros, mientras que es más probable que las vulnerabilidades de seguridad del software privativo pasen desapercibidas. Relacionado con lo anterior tenemos el proyecto FOSSA de la Unión Europea que ofreció recompensas por hallar errores de seguridad en determinados proyectos de software libre. Al parecer el proyecto fue exitoso, pues a inicios del 2021 la Comisión Europea lanzó nuevos Bug Bounties.
A pesar de las muestras de mayor seguridad en el software libre, alguien podría querer que la gente no pueda ver el código de los programas que ejecuta, ya sea por temor a ciber ataques o cualquier otro motivo. Esto se puede solucionar mediante la descarga anónima de programas, así no se sabría el código que el computador de esta persona está ejecutando. Sin embargo, si él o ella comparte que está usando determinado programa y ese programa es libre entonces se conocería parte del código que ejecuta su computador, pero volver privativo al programa no arreglaría totalmente el problema pues el desarrollador sigue teniendo el código fuente.
Libertad 2
Debemos poder ayudar al resto. Gracias a la cooperación tenemos muchas cosas buenas como sociedad. Si usamos un programa útil, éste podría ser útil para otras personas también, por lo que para ayudar a l@s demás deberíamos poder compartir copias de éste. Una licencia de uso que prohíbe esta forma de cooperación es anti-social, y priva al programa del enorme beneficio potencial que tiene.
La práctica de compartir herramientas útiles es muy antigua. En el caso del software esto es mucho más fácil ya que es abundante por naturaleza, producir copias adicionales de éste tiene un coste marginal prácticamente nulo. Es por eso que cualquiera con un computador (la mayoría de celulares también son computadores), memoria suficiente y un medio para compartir información (como internet) puede crear y compartir una copia exacta del programa, lo que hace al software libre mucho más accesible y beneficioso para un mayor número de personas, a diferencia del software privativo que para conseguir una copia sólo se puede acudir al desarrollador.
A pesar de este beneficioso poder de la tecnología informática, la propaganda impulsada por los medios y grandes empresas titulares de la mayoría de obras sujetas al derecho de autor (que es el medio por el que se suelen restringir las libertades del software), ocupan términos como “piratería” y “robo” para criminalizar la práctica de compartir copias de varios tipos de obras, entre ellos el software. Argumentan que compartir una copia entre A y B es robarle al desarrollador C que merece un pago por su trabajo. No obstante, el que A le pase a B una copia de un programa desarrollado por C afecta a B directamente y a C sólo indirectamente, ya que C no pierde su copia original ni pierde dinero, sólo no obtiene el dinero que obtendría si B le hubiera comprado a C, pero decidir no comprar un producto de un distribuidor en vez de otro no es robar. Es distinto a robar algo en una tienda, pues l@s dueñ@s de ésta perderían la posesión que quieren vender. Además, existen otras formas de financiar el desarrollo de software y de darle una vida digna a l@s desarrolladores.
Ahora bien, esto le puede parecer irrelevante a una persona egoísta que no tiene ninguna intención de ayudar a l@s demás. También se puede objetar argumentando que el programa privativo no se puede compartir independiente de si se rechazara su uso, o que el programa en cuestión es gratis y cualquiera lo puede descargar. No obstante, aunque la pérdida de libertad 2 no aparente tener un impacto directo sobre el usuari@, el software privativo hace que éste dependa de los medios de distribución autorizados por el desarrollador. Un ejemplo del perjuicio provocado por esta dependencia es la eliminación de los juegos clásicos de Angry Birds de las grandes tiendas de aplicaciones. Éstos ya no se pueden descargar desde la Play Store ni la App Store, sólo en sitios de APKs de dudosa seguridad. Podemos comprobar esto buscando algún juego clásico como Angry Birds Seasons o Angry Birds Space en alguna de estas tiendas.
Libertad 3
La libertad 3 consiste en distribuir versiones modificadas del programa. Para l@s que no saben programar esta libertad puede parecer inútil, pero es la que nos permite usar versiones modificadas desarrolladas por otras personas.
Al utilizar un programa libre, si algo del programa no nos gusta, no dependemos del desarrollador original para cambiarlo, sino que podemos acudir a cualquier programador para que haga los cambios por nosotros. Si sale demasiado caro, varias personas pueden reunir fondos para la contratación. Existen varios intentos exitosos de levantamiento de fondos para el desarrollo de software libre, y se pueden crear plataformas en la que l@s usuari@s voten por la inclusión de determinadas características en programas libres.
Si no queremos o no podemos invertir dinero o tiempo en participar de una comunidad, de todas formas nos beneficiamos de las libertades del software libre. Muchos programas populares son versiones modificadas de otros. A continuación algunos ejemplos:
MATE, una interfaz gráfica, nació como una versión modificada de GNOME 2, una interfaz gráfica que era muy popular. Sin embargo, su nueva versión GNOME 3 tuvo una mala recepción, lo que hizo que un usuario argentino continuara con la base de GNOME 2, creando MATE.
LibreOffice es una suite ofimática muy usada que viene en la mayoría de distribuciones de GNU+Linux. Fue creada a partir de OpenOffice, algún tiempo después de que Oracle adquiriera Sun Microsystems, la empresa que más financiaba OpenOffice. Oracle había tenido una actitud hostil hacia muchos proyectos de software libre dirigidos o auspiciados por Sun, así que por preocupación a que algo parecido ocurriese con OpenOffice, much@s desarrolladores se unieron para crear una versión modificada llamada LibreOffice.
SuperTuxKart es un juego libre de karts parecido a Mario Kart. Está basado en el antiguo TuxKart, proyecto que terminó abandonado luego de disputas entre los desarrolladores. Con el objeto de arreglar el juego y devolverle algo a la comunidad del software libre, Joerg “Hiker” Henrichs revivió el proyecto. Actualmente el juego está completo (su última versión a la fecha es la 1.3): cuenta con muchos personajes y pistas, tiene varios modos de juegos, y hasta se puede jugar en línea.
Por otra parte, en el software privativo sólo se puede usar la versión escrita por el desarrollador, ya que no se pueden distribuir versiones modificadas. Esto le confiere un poder al desarrollador sobre l@s usuari@s y es usual que abusen de él. Take-Two, la empresa detrás de Rockstar, que desarrolla los juegos de GTA, ordenó la eliminación de varios mods luego de actualizar su política de mods dictando que los no deben añadir nuevo contenido, lo que perjudicó a la comunidad de GTA. Obviamente no tod@s l@s jugadores de GTA desarrollan mods, pero hay muchos que son usuari@s de éstos. Las licencias de software libre no expiran y no ponen restricciones sobre el tipo de cambios que se le pueden hacer al programa, por lo que si los juegos de GTA fuesen libres, Take-Two no habría podido hacer lo que hizo.
El problema no termina ahí. El poder que l@s desarrolladores tiene sobre l@s usuari@s hacen que introduzcan malware sobre los programas y l@s usuari@s no puedan hacer nada al respecto. Si el programa con malware fuese libre podría ser modificado y l@s usuari@s podrían usar la versión modificada sin el malware. Un ejemplo de esto es Firefox con su alto nivel de spyware y una versión modificada llamada LibreWolf, que mejora la privacidad del navegador. Con el software privativo quedaría desarrollar un nuevo programa desde el comienzo, y no puede ser muy parecido al anterior porque violaría las leyes de derecho de autor.
Ahora bien, a pesar de los perjuicios provocados por el software privativo que aquí se exponen, no parece necesario rechazar un programa privativo para usar una versión modificada de un programa libre, y que si se descubre malware en un programa privativo es posible cambiarse a un programa libre sin el malware. Aparte de recordar que el costo de cambiarse de programa puede mayor que el de mudarse a una versión modificada de un programa al que ya nos acostumbramos, las libertades 2 y 3 consisten en derechos a ayudar al resto por lo que el beneficio a nivel individual reside mayormente en su ejercicio por parte de terceros.
Disponibilidad de software
Al leer este artículo, puede que pensemos que el beneficio potencial de un programa de libre redistribución y por tanto accesible a muchas personas se opaque por la disminución de programas disponibles producto de la reducción de programadores debido a que supuestamente la industria del desarrollo de software generaría menos dinero. A esto respondo que el que mucha gente no tenga que pagar para conseguir los programas ya es un beneficio que deriva de la libertad del software, y sumado a lo discutido anteriormente y lo que discutiremos posteriormente, podemos concluir que l@s usuari@s sí hacen uso, aunque indirectamente, de su libertad. Y respecto de la cantidad de programas, gracias a la libertad 3 se pueden crear nuevos programas a partir de los ya existentes, lo que disminuye el costo de desarrollo de estos nuevos programas.
Aún con lo planteado anteriormente pueden haber dudas sobre el perjuicio del software privativo sobre el desarrollo de software. Podríamos hacer un estudio más exhaustivo comparando datos de costos de desarrollo, presupuestos, proporción de código fuente sacado de otros programas, entre otros. No obstante, este estudio debe considerar que el software privativo es mucho más usado en muchas áreas, y sobretodo, que los beneficios a nivel práctico no son tan importantes como la libertad y la cooperación. No obstante, realizar esta investigación haría que este artículo fuese demasiado largo.
Premiar al desarrollador
El uso del software privativo genera otra injusticia: premia al desarrollador con popularidad, dinero, datos personales, etc, instándolo a desarrollar más software privativo que daña la libertad de sus usuari@s y priva al software de sus beneficios potenciales. Si queremos una sociedad digital libre, en la que tengamos las libertades de usar, compartir y mejorar la tecnología informática para lo que queramos, debemos desalentar el desarrollo de tecnología que no nos garantice estas libertades, y fomentar el uso de tecnología que sí lo haga.
Presión social
Para determinar si deberíamos aceptar el uso del software privativo, hay que tener en cuenta que no siempre será fácil elegir. Existen muchos casos en los que estaremos presionados a ceder nuestra libertad de software. Esto sirve como contra-argumento a la idea de que el software privativo es legítimo porque nadie obliga a la gente a usarlo, pero la verdad es que hay veces en que el costo de negarse a usar un programa privativo puede ser demasiado alto.
Navegar por internet
Muchas páginas requiren ejecutar programas dentro del navegador escritos en JavaScript, programas que suelen ser privativos. Esto incluye archivos subidos a Google Drive o Mega, o sitios de vídeos como YouTube o Netflix. Afortunadamente existen formas de acceder al material sin ejecutar JavaScript privativo, pero no siempre es así.
Usar cierto hardware
Muchos dispositivos, como escáneres, impresoras o tarjetas de Wifi, requieren que se instale software privativo para que puedan funcionar. Existen varios dispositivos que funcionan usando solamente software libre, pero no siempre es el caso, y puede que no podamos o no valga la pena gastar dinero en hardware nuevo, además de que aumentaría nuestro impacto en el medio ambiente.
Comunicación
En la actualidad mucha gente depende de las tecnologías digitales para comunicarse con ciertas personas. Puede que tengamos seres queridos con los que nos comunicamos usando programas como Whatsapp o Zoom y no queremos perder el contacto. Esto es súper comprensible. Si es gente que nos valora, podemos pedirles usar un programa libre para la comunicación, explicando brevemente los motivos por los que rechazamos el software privativo.
Exigencias de la escuela, el trabajo, etc.
También hay ocasiones en las que nos presionan a usar software privativo por parte de nuestro colegio o universidad, empleador(a), banco, etc. Podemos intentar dialogar para evitar el software privativo, pero el dialogo no siempre resultará.
Un caso extremo de esta exigencia en Chile es el proceso de solicitud de permisos para salir de casa en la Comisaría Virtual, dentro de las comunas en fase 1. Para solicitar un permiso era necesario completar un reCaptcha de Google, que no sólo requiere ejecutar software privativo sino que también espía y explota a sus usuari@s. Esto plantea un dilema: no poder salir de casa, salir y arriesgarse a ser detenid@, o ceder libertad.
Entonces, ¿qué hacer?
Anteriormente expusimos que la aceptación de software privativo hace que renunciemos a parte del control de nuestras actividades informáticas, subordinando nuestra máquina a los intereses del desarrollador y quitándonos nuestro derecho a saber qué código ejecuta, derecho que puede ser ejercido directamente o gracias a terceros. El software privativo también prohíbe formas importantes de cooperación como la redistribución de copias, ya sea con o sin cambios. Además, dependiendo del caso estaríamos premiando al desarrollador por restringir a l@s usuari@s.
Por otro lado, rechazar el software privativo puede hacer que no podamos hacer ciertas cosas que normalmente podríamos hacer si es que accediéramos a su uso, y puede costarnos el trabajo o nuestra carrera en el peor de los casos.
Mi respuesta a la interrogante del título de este artículo es que es muy importante preservar y promover la libertad en el mundo digital, que cada vez es más importante en nuestras vidas. Hay que tener claro para qué queremos usar el software privativo. Si existe un programa libre que hace lo que queremos hacer, aunque sea un poco más difícil de usar, no hay motivo para escoger el programa privativo. Podemos escoger el programa libre y donar parte del dinero que nos ahorraríamos al no comprar o rentar una licencia de uso del programa privativo, para contribuir a la mejora del programa.
Si no existe un programa libre con las funcionalidades relevantes del programa privativo que se quiere utilizar, tendríamos que preguntarnos qué tan importante es hacer lo que queremos hacer con el programa privativo y qué efecto tendrá sobre nuestro proyecto de vida. Si es absolutamente necesario ejecutar software privativo para llevarlo a cabo o si fuese demasiado difícil hacerlo sin él, entonces quizá valga la pena sacrificar libertad por algo que puede ser más importante: nuestro propósito de vida.
También nos podemos permitir el uso de software privativo ocasionalmente en el computador de otra persona, porque normalmente no tenemos ni deberíamos tener el control sobre dicho computador.
Por otra parte, nuestras decisiones sobre qué programas usar pueden afectar al resto. En algunos casos usar ciertos programas privativos como Zoom o Whatsapp presionan a otras personas a ceder el control de sus actividades informáticas (porque la “calidad” de estos programas viene principalmente de la gente que los ocupa). Si queremos conversar con alguien o crear un evento por videoconferencia, busquemos hacerlo con un programa libre, o por lo menos aceptar alternativas cuando una de las personas involucradas nos comunique que no quiere usar un programa privativo. Si queremos subir un archivo a internet, no lo hagamos por Google Drive (porque para visualizarlo el navegador descarga y ejecuta software privativo), mejor por una plataforma como NextCloud. Debemos elegir de modo que nadie se vea presionad@ a usar software privativo debido a nuestras decisiones.
Ahora bien, puede que no podamos usar ciertos componentes de hardware sin instalar controladores privativos. Lo ideal sería comprar componentes nuevos que sean compatibles con software libre, pero si no podemos permitirnos gastar dinero en nuevo hardware, podríamos usar los controladores privativos temporalmente hasta que podamos comprar hardware nuevo.
Otro posible impacto del uso de software privativo es la recompensa para el desarrollador, ya sea en forma de dinero, datos, popularidad, etc. Vimos que desarrollar software privativo daña a la comunidad de usuari@s, por lo que no debe ser premiado, y si bien hay muchas injusticias en el mundo eso no significa que debamos aceptar esta. Si vamos a usar software privativo, lo mejor será obtenerlo de segunda mano o de forma gratuita, y usarlo en computadores sin conexión a internet o cerrando el puerto de red que este programa ocupa. Tampoco debemos fomentar su uso.
En resumen, sugiero rechazar el software privativo siempre que sea posible, a menos que sea necesario para un propósito mayor a la libertad de software, como salvar vidas o alcanzar nuestro objetivo en la vida. Y si es necesario usar software privativo, que sea procurando recompensar lo menos posible al desarrollador.
A pesar de todo lo mencionado, existen usuari@s que no quieren ni necesitan usar un programa determinado para un fin que esté prohibido (por la licencia o cualquier otro medio). En otras palabras, “el programa funciona para lo que yo quiero”. Lo único que puedo responder a esto es que la cuestión del software libre es ética y no pragmática. El software libre nace para darle libertad a l@s usuari@s, no para conseguir X ventaja práctica. Si valoramos nuestra libertad, en este caso de usar nuestras herramientas con los fines que queramos, deberíamos estar dispuestos a sacrificar algo por ella, aunque sea un poco.
Aún así, no soy nadie para obligarte a hacer algo que no quieres. Siéntete libre de vivir tu vida como quieras, pero ten en cuenta cómo el software privativo dificulta que hagas eso en el mundo digital, que es parte del mundo real.