Ya no está...

Ella ya no está y me duele. Porque aunque no esté, sigue tan presente en mis recuerdos como cuando todavía estaba. Mi mente llena lo que ahora son espacios vacíos con su imagen y con su voz. Lo que hago diariamente es un recuerdo constante de que ahora hago lo mismo, pero sin ella. Ahora hago mis comidas, pero solo. Ahora duermo, pero solo. Ahora hablo, pero solo.

Solo quedan pequeños fragmentos de su paso por mi casa. Aquí y allá encuentro algo... un trozo de tela, un vaso marcado, un mensaje en un pedazo de papel. Mis hábitos contaban con su presencia.

Pero es lo mejor... esa es la única razón para sostener la decisión. Es la única opción que tengo.